De partera tradicional a enfermera

* De partera tradicional en la región Tzeltal de Chiapas (municipio de Chilón), a enfermera en la Universidad Tecnológica de Culiacán (UTC), Amalia López Arcos es ejemplo de superación frente al sometimiento histórico de la mujer ante el varón y el machismo imperante en una sociedad castigada por la pobreza

Culiacán, Sinaloa a 6 de enero de 2022.- Las compresas, el alcohol y las tijeras eran algunas de sus herramientas. Fueron muchos los caminos recorridos por Amalia López Arcos para asistir a su tía Manuela López Gómez en el arte de ayudar en el parto. De ella recibió los conocimientos como partera tradicional, esos saberes que se transmiten de generación en generación de manera empírica.

Históricamente, la partera tradicional -uno de los trabajos más antiguos realizados por las mujeres- ha sido una opción importante para la atención de las indígenas. Es un oficio que permaneció en México desde la era prehispánica hasta que, a principios del siglo XXI, inició su desaparición con los avances en los servicios de salud.

Amalia López Arcos nació el 7 de febrero de 1984 en Chilón, Chiapas, un pueblo ubicado en la región Tulijá-Tseltal-Chol. El nombre original de este municipio de Chiapas es Chilum, que significa en tzeltal “Tierra de Pitas” o en español “tierra dulce”.

En 1712 las comunidades tzeltales del Municipio de Chilón participaron en la rebelión indígena conocida como la “Guerra de Castas”. Según las crónicas no solo fue la sublevación más importante de la historia de Chiapas hasta el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994, sino que fue también una de las que más llegó a amenazar el dominio español en el conjunto de los reinos americanos.

Amalia, cuya lengua materna es el Tzeltal, creció con siete hermanos en esa comunidad indígena donde la educación y el desarrollo están negados para las mujeres. Tan es así que su padre, siendo maestro de primaria, jamás enseñó a leer y escribir a su esposa.  La mamá de Amalia es analfabeta estando casada con un profesor.

En ese entorno adverso, a los diez años de edad, Amalia se fue a vivir con su tía Manuela López Gómez, quien era partera tradicional. Desde esa edad tuvo contacto con el idioma español y comenzó a asistir a su tía cuando atendía algún parto. Manuela fue su maestra en el arte de ayudar a traer bebés a este mundo.

– Le pasaba las tijeras para cortar el cordón umbilical y le ponía alcohol a los guantes, recuerda.

El papel de la partera como la principal encargada de brindar atención a la mujer durante el embarazo tiene una larga tradición con profundas raíces culturales en el M éxico prehispánico.

En el machismo de su entorno, el futuro que le esperaba a Amalia en su pueblo era ser ama de casa y partera tradicional como su tía, pues no tenía el apoyo de sus padres para estudiar.

Unos amigos  que habían salido de su pueblo para estudiar en Sinaloa regresaron en unas vacaciones y le platicaron sobre las oportunidades que había más allá de esos horizontes.

Platicar con sus amigos encendió en su pecho la ambición de superarse y al cumplir la mayoría de edad decidió viajar a Culiacán para estudiar en la Escuela de Enfermería de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Al llegar a Culiacán durmió dos noches en una casa del estudiante para varones a la que ingresó a escondidas. Luego entró a trabajar a una tienda de supermercado Ley y sus amigos le ayudaron a rentar un cuarto.

A través de las redes sociales conoció a su esposo Ricardo Guillermo López España, doctor en agronomía originario de Oaxaca, cuya lengua materna es la mixteca, actualmente en peligro de extinción. Se conocieron por Facebook y se enamoraron. En su matrimonio han procreado dos hijos nacidos en Culiacán: Julissa de 14 y Ricardo Natanael, de 8.

Desafortunadamente su tía Manuela, de quien aprendió el idioma español y los secretos como partera tradicional, murió en 2020 pero sobrevive la semilla del conocimiento que sembró en Amalia. Manuela sufrió daño hepático inducido por la gran cantidad de medicamentos que tomaba para sortear sus padecimientos. Una cirrosis puso fin a su existencia, luego de una vida de sacrificios y privaciones.

Actualmente Amalia, como licenciada en enfermería, está al frente del departamento de salud de la Universidad Tecnológica de Culiacán (UTC) donde brinda atención, da charlas y vigila el cumplimiento de los protocolos sanitarios para prevenir la transmisión del SARS Cov-2, cuidando se cumpla con la sana distancia, la toma de temperatura, aplicación de gel antibacterial y uso correcto del cubrebocas, entre otras medidas.

-Tu dieta no es únicamente lo que comes. También es lo que miras, lo que escuchas, lo que lees, a quién sigues, y con quién pasas tu tiempo. Sé consciente de las cosas que eliges para ti. Tanto física como mental y espiritualmente- compartió su reflexión.

En el marco del tradicional Día de Enfermería, su historia ejemplar de resiliencia y su lucha indoblegable nos motiva a buscar siempre la oportunidad de superarnos. Con seres humanos extraordinarios como Amalia, al servicio de la salud y el bienestar de los pacientes, la lámpara de Florence Nightngale sigue encendida.

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